miércoles, 14 de agosto de 2013

Hola, estábamos borrachos

Érase una vez un par de chicas borrachas a las que se les veían las bragas. Bragas que llevaban de puro milagro porque iban pidiendo a gritos un polvo salvaje para el que no necesitaban ropa interior. Esa ropa que por supuesto no encajaba con su estilo de vida y de bragas, pero ropa que, de haber existido sería de encaje. De esas con agujero en medio que sólo se ponían ellas cuando habían bebido. Eso cuando se ponían, porque la norma era que fueran "a escape libre", como decía la madre de Clara; con las entrañas al aire para que toda la ciudad oliera su desesperación sexual.Olían a desesperación y sabían a óxido y a telarañas, olía a todo eso que hace mucho que no se toca, que no se abre. Pero cuando se abría olía y sabía a caramelos y a licor de café y a piruletas y a bischocho y a chocolate y a todo ese tipo de cosas ricas. Y ellos lo chupaban y se relamían, y al acabar dormían con el dedo cerca de la nariz porque olía a gloria, a sexo fácil y a amor en lastas de conserva caducadas. De esas latas que antes de ver la fecha ya estaban ingeridas y, para cuando uno se quería dar cuenta, el ombligo era el mejor vaso de chupitos con más de cinco líquidos diferentes. El ombligo y la rabadilla y las clavículas y la boca, y ese espacio vacío y lleno de cosquillas que hay entre la goma del calzoncillo y el pubis. 
Jornada de piernas abiertas. 
Llamar al 67?20?60?

Fin

(F)(I)(N) ECESIDAD

sábado, 19 de enero de 2013

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Las persianas silban, la luz baila,y los muebles necesitan una capa de barniz. Parece que esta habitación decrece por momentos. Las paredes se estrechan y chirrian, aunque por lo menos harmonizan con el silbido de las persionas. Soy como un ocupante más de la habitación de Fermat, estoy obligado a resolver algo antes de que se acabe el tiempo y me quede aquí, hecho un cubo. La putada, esque no sé qué coño hay que resolver.
Me atravesará el pecho el frío y el viento que ultimamente acecha a la cuidad (A las dos en las que yo puedo estar) pasará a formar parte de mis huesos y seré más pequeño, más niebla, más sombra. Pero pagaré el precio que haga falta para salir del yugo de las ausencias que rodean mi cabeza.

Pero quiero que quede claro, que, pienso morir con una guitarra en la mano.
Y que, habra que mirar el horizonte, aunque el viento nos cierre los ojos. (Por muy feos, guarros o gorrinos que seamos.)
Aunque no se llegue.
Aunque el culo nos tape la cara.