miércoles, 14 de agosto de 2013

Hola, estábamos borrachos

Érase una vez un par de chicas borrachas a las que se les veían las bragas. Bragas que llevaban de puro milagro porque iban pidiendo a gritos un polvo salvaje para el que no necesitaban ropa interior. Esa ropa que por supuesto no encajaba con su estilo de vida y de bragas, pero ropa que, de haber existido sería de encaje. De esas con agujero en medio que sólo se ponían ellas cuando habían bebido. Eso cuando se ponían, porque la norma era que fueran "a escape libre", como decía la madre de Clara; con las entrañas al aire para que toda la ciudad oliera su desesperación sexual.Olían a desesperación y sabían a óxido y a telarañas, olía a todo eso que hace mucho que no se toca, que no se abre. Pero cuando se abría olía y sabía a caramelos y a licor de café y a piruletas y a bischocho y a chocolate y a todo ese tipo de cosas ricas. Y ellos lo chupaban y se relamían, y al acabar dormían con el dedo cerca de la nariz porque olía a gloria, a sexo fácil y a amor en lastas de conserva caducadas. De esas latas que antes de ver la fecha ya estaban ingeridas y, para cuando uno se quería dar cuenta, el ombligo era el mejor vaso de chupitos con más de cinco líquidos diferentes. El ombligo y la rabadilla y las clavículas y la boca, y ese espacio vacío y lleno de cosquillas que hay entre la goma del calzoncillo y el pubis. 
Jornada de piernas abiertas. 
Llamar al 67?20?60?

Fin

(F)(I)(N) ECESIDAD

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