sábado, 9 de abril de 2011

El extintor en vez de porra.

Una buena noche, Isabel estaba dando uno de sus paseos semanales para que la lluvia la relajase. Y Rodrigo, como cada buena noche de Isabel, estaba en su ardua tarea de tirarse a una camarera. La camarera de esta noche, a la que Rodrigo ha decidido llamar Y, ya que todas las letras previas han sido sustituidas por mujeres de una noche o de Isabel. ¡Dame más fuerte!, exclama Rodrigo, porque la camarera antes se llamaba Ernesto. La entrepierna de Rodrigo subía y bajaba al son de los muelles de la cama.
Y, para variar y como siempre, y para que no se la pusiera dura el recuerdo del olor de la masa de pan decidió ponerse en la polla un condón azul fosforito con sabor a mar. Nuestro amigo/a Y la apodó “mi ardilla”.
Isabel está recorriendo el parque mientras recuerda las venas de la baguette.
Al acabar el polvo y apurando la ginebra, Rodrigo va, como siempre tras una lectura del abecedario, a la cocina a por un vaso de leche fría y un currusco de pan caliente. Y se viste, enciende un cigarrillo, le da una calada y se lo apaga en la mano. Junto con el conjunto de restos a medio cicatrizar de cigarros a medio fumar.
Isabel va a su panadería, monta su flauta y se pone a tocar los Arctic Monkeys. En algún momento dado,  rondando las dos de la noche y como en todo buen cuento, se le escapa una lágrima.
Rodrigo bebe la leche y le ofrece un trago a Y, que lo acepta. Bebe y se larga junto con el resto de letras formando palabras que no tienen Z. Rodrigo no muerde el pan y se acuerda de otra reiterativa negación y lo muerde. Mordisco con sabor a cóctel de esperma agrio y masa de pan azul.
Al sonar las dos o al soñar las dos, conforme la lágrima de Isabel cae, Rodrigo dice en su último suspiro: "para morir tengo tu ombligo."
Lobo.

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