sábado, 9 de abril de 2011

El mar de queso.


Sol se levantó y cerró con fuerza la ventana. Al mismo tiempo, Luna bajaba la persiana en la habitación contigua. Moisés separó las aguas del mar rojo. La Primera Guerra Mundial  rompió los cristales y llenó de reflejos brillantes la alfombra dorada de su habitación. Franz Ferdinand pasó descalzo entre las esquirlas de la Guerra Mundial hasta que sangró ríos de lava. Se fue surfeando en un trozo de cristal por los ríos de lava y llegó a la Fnac para comprarse un portátil de última generación. Entretanto, Moisés desayunaba una Big Mac sentado en un banco del parque.

Inesperadamente apareció su abuela en un monopatín dispuesta a recorrer el parque de Pe a Pa con una agilidad impropia de una mujer de su edad. Cruzóse la anciana mujer con un fierísimo animal llamado guepardo que vestía con mucho gracejo un elegante sombrero de copa. El guepardo se detuvo frente a Moisés y le hizo una reverencia a la Big Mac, muy impresionado y sorprendido por una aparición tan importante. La Big Mac quedó tan impresionada ante la buena educación de tan curioso animal que perdió el equilibrio y cayó al suelo en un gesto torpe; el queso se desparramó y mojó los pies de Moisés. Y Moisés separó el queso. Sol se levantó y cerró con fuerza la ventana, al mismo tiempo que Luna bajaba la persiana en  la habitación contigua.

Celia, Pablo y Clara.

No hay comentarios:

Publicar un comentario